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.Dijo la madre:-Hija, pero ¿qué calor fue ése? No hizo calor ninguno.Y Caterina le dijo:-Madre mía, deberíais decir «a mi parecer» y tal vez diríais bien; pero deberíais pensar en lo mucho más calurosas que sonlas muchachas que las mujeres mayores.La señora dijo entonces:-Hija, es verdad, pero yo no puedo hacer calor y frío a mi gusto, como tú parece que querrías; el tiempo hay que sufrirlocomo lo dan las estaciones; tal vez esta noche hará más fresco y dormirás mejor.-Quiera Dios -dijo Caterina-, pero no suele ser costumbre, yendo hacia el verano, que las noches vayan refrescándose.-Pues -dijo la señora-, ¿qué vamos a hacerle?Repuso Caterina:-Si a mi padre y a vos os placiera, yo mandaría hacer una camita en la galería que está junto a su alcoba y sobre su jardín,y dormiría allí oyendo cantar el ruiseñor; y teniendo un sitio más fresco, mucho mejor estaría que en vuestra alcoba.La madre entonces dijo:-Hija, cálmate; se lo diré a tu padre, y si él lo quiere así lo haremos.Las cuales cosas oyendo micer Lizio a su mujer,porque era viejo y quizá por ello un tanto malhumorado, dijo:-¿Qué ruiseñor es ése con el que quiere dormirse? También voy a hacerla dormir con el canto de las cigarras. Lo que sabiendo Caterina, más por enfado que por calor, no solamente la noche siguiente no durmió sino que no dejódormir a su madre, siempre quejándose del mucho calor, lo que habiendo visto la madre fue por la mañana a micer Lizio y ledijo:-Micer, vos no queréis mucho a esta joven; ¿qué os hace durmiendo en esa galería? En toda la noche no ha cerrado el ojopor el calor; y además, ¿os asombráis porque le guste el canto del ruiseñor siendo como es una criatura? A los jóvenes lesgustan las cosas semejantes a ellos.Micer Lizio, al oír esto, dijo:-Vaya, ¡que le hagan una cama como pueda caber allí y haz que la rodeen con sarga, y que duerma allí y que oiga cantar elruiseñor hasta hartarse!La joven, enterada de esto, prontamente hizo preparar allí una cama; y debiendo dormir allí la noche siguiente, esperóhasta que vio a Ricciardo y le hizo una señal convenida entre ellos, por la que entendió lo que tenía que hacer.Micer Lizio, sintiendo que la joven se había acostado, cerrando una puerta que de su alcoba daba a la galería, del mismomodo se fue a dormir.Ricciardo, cuando por todas partes sintió las cosas tranquilas, con la ayuda de una escala subió al muro,y luego desde aquel muro, agarrándose a unos saledizos de otro muro, con gran trabajo (y peligro si se hubiese caído), llegó ala galería, donde calladamente con grandísimo gozo fue recibido por la joven; y luego de muchos besos se acostaron juntos ydurante toda la noche tomaron uno del otro deleite y placer, haciendo muchas veces cantar al ruiseñor.Y siendo las nochescortas y el placer grande, y ya cercano el día (lo que no pensaban), caldeados tanto por el tiempo como por el jugueteo, sintener nada encima se quedaron dormidos, teniendo Caterina con el brazo derecho abrazado a Ricciardo bajo el cuello ycogiéndole con la mano izquierda por esa cosa que vosotras mucho os avergonzáis de nombrar cuando estáis entre hombres.Ydurmiendo de tal manera sin despertarse, llegó el día y se levantó micer Lizio; y acordándose de que su hija dormía en lagalería, abriendo la puerta silenciosamente, dijo:-Voy a ver cómo el ruiseñor ha hecho dormir esta noche a Caterina.Y saliendo afuera calladamente, levantó la sarga con que estaba oculta la cama, y a Ricciardo y a ella se encontródesnudos y destapados que dormían en la guisa arriba descrita; y habiendo bien conocido a Ricciardo, en silencio se fue de allíy se fue a la alcoba de su mujer y la llamó diciendo:-Anda, mujer, pronto, levántate y ven a ver que tu hija estaba tan deseosa del ruiseñor que tanto lo ha acechado que lo hacogido y lo tiene en la mano.Dijo la señora:-¿Cómo puede ser eso?Dijo micer Lizio:-Lo verás si vienes enseguida.La señora, apresurándose a vestirse, en silencio siguió a micer Lizio, y llegando los dos juntos a la cama y levantada lasarga claramente pudo ver doña Giacomina cómo su hija había cogido y tenía el ruiseñor que tanto deseaba oír cantar [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]

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