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.Pero no se tranquilizó hasta que se hubo subido a lo alto dela palmera para esconderse entre el ramaje.Desde allí vio que la luz se iba acercando, hasta que acabó porver a tres negros, dos de los cuales llevaban un enorme cajón y el tercero una linterna y unos azadones.Alllegar a la turbeh se detuvo muy sorprendido el negro que llevaba el farol.Los demás le dijeron:  ¿Quéocurre, ¡oh Sauab!? Y Sauab respondió:  ¿No lo veis? Y dijo uno de los otros:  ¿Pero qué he de ver? YSauab replicó:  ¡Oh Kafur! ¿no ves que la puerta de la turbeh, que habíamos dejado abierta esta tarde estácerrada y con el cerrojo echado por dentro? Entonces el tercer negro, llamado Bakhita, exclamó:  ¡Quépoco entendimiento tenéis! ¿Ignoráis que los propietarios de estos campos salen todos los días de la ciudady vienen a descansar aquí después de examinar sus plantaciones? ¿No sabéis que cuidan de cerrar la puertaen cuanto anochece por temor de que los sorprendamos nosotros los negros, pues saben que si los cogemosEste documento ha sido descargado dehttp://www.escolar.com los asamos vivos y nos comemos su carne blanca? Entonces Kafur y Sauab dijeron al otro negro:  ¡OhMakhita! Verdaderamente no puedes presumir de inteligencia. Pero Bakhita replicó:  Veo que no- mecreéis hasta que encontremos al que estará escondido, y os advierto anticipadamente que si hay alguien enla turbeh, al ver acercarse nuestra luz se habrá subido, aterrorizado, a la copa de la palmera.Y allí lo en-contraremos.Y aterrado Ghanem, pensaba: ¡Qué negro tan listo! ¡Confunda Alah a todos, los sudaneses por su perfidiay su malignidad! Después, muerto de miedo, dijo:  ¡No hay fuerza ni poder más que en Alah el Altísimo yel Omnipotente! ¿Quién me podrá salvar ahora de este peligro?Y los dos negros dijeron al que llevaba el farol:  ¡Oh Sauab! sube a lo alto del muro, y salta dentro de laturbeh, y ábrenos la puerta, pues estamos muy cansadas del peso de este cajón encima del cuello y de loshombros.Y si nos abres la puerta, te preservaremos al más rollizo de los individuos que cojamos ahí den-tro, y te lo coceremos muy en su punto, dorándole la piel, cuidando que no se desperdicie ni una gota degrasa. Pero Sauab contestó:  Como tengo tan poca inteligencia, refiero que tiremos este cajón por encimade la tapia, ya que nos han dado la orden de dejarlo en esta turbeh. Pero los otros dos negros contestaron: Si lo tiramos como dices, se hará pedazos: Y Sauab replicó:  Pero si entramos en la turbeh, acaso nossorprendan los bandidos que ahí suelen ocultarse para asesinar y desvalijar a los viajeros.Ya sabéis que enese sitio se reúnen por la noche todos los bandoleros para repartirse el botín. Los otros dos negros dijeron. ¿Es posible que seas tan infeliz que creas semejantes majaderías?Y dejando el cajón en el suelo, escalaron la pared, saltaron dentro de la turbeh y corrieron a abrir, mien-tras el otro les alumbraba desde fuera.Metieron entre los tres el cajón, cerraron la puerta y se sentaron adescansar en la turbeh.Y uno dijo:  Verdaderamente, ¡oh hermanos! que estamos rendidos de tanto cami-nar y por el trabajo que hemos hecho.Y he aquí que es media noche.Descansemos algunas horas, y des-pués abriremos la zanja para enterrar este cajón, cuyo contenido ignoramos.Luego del descanso podremostrabajar mejor.Y para pasar agradablemente estas horas de reposo, cuente cada uno cómo ha llegado a sereunuco y por qué se le mutiló, relatándolo todo desde cl principio hasta el fin.De está manera pasaremos lanoche agradablemenie.Y en este momento de su narración, Schahrazada vio clarear el día y se calló discretamente.PERO CUANDO LLEGÓ LA 38a NOCHEElla dijo:He llegado a saber, ¡oh rey afortunado! que cuando uno de los negros sudaneses propuso que cada unocontase la historia de su mutilación, el negro Sáuab, portador de la linterna y los azadones, tomó la palabra,y como los otros se rieran, repuso:  ¿De qué os reís? ¿De que sea el primero en contar por qué me mutila-ron? Y los otros dijeran:  Nos parece muy bien.¡Te escuchamoslEntonces el eunuco Sauab dijo:HISTORIA DEL NEGRO SAUAB, PRIMER EUNUCO SUDANÉS Sabed, ¡oh mis hermanos! que apenas tenía cinco años de edad cuando el mercader de esclavos me sacóde mi tierra para traerme a Bagdad, y me vendió a un guardia de palacio.Este hombre tenía una hija que enaquel momento contaba tres años.Fui criado con ella, era la diversión de todos cuando jugaba con la niña,y bailaba danzas muy graciosas y le cantaba canciones.Todo el mundo quería al negrito.Juntos crecimos de- aquel modo, y yo llegué a los doce años y ella a los diez.Y nos dejaban jugar juntos.Pero un día entre los días, al encontrarla sola en un sitio apartado, me acerqué a ella, según costumbre.Pre-cisamente acababa de tomar un baño en el hamman, y estaba deliciosa y perfumada.En cuanto a su rostro,parecía la luz en su décima cuarta noche.Al verme corrió hacia mí, y nos pusimos a jugar y a hacer mil lo-curas.Y la estreché entre mis brazos, mientras que ella se me colgaba del cuello apretándome con todas susfuerzas.Una vez terminada la cosa, la niña se echó a reír otra vez, y volvió a besarme, pero yo estaba aterradocon lo que acababa de ocurrir, y me escapé de entre sus manos, corriendo a refugiarme en la casa de un ne-gro amigo mío.La niña no tardó en volver a su casa, y la madre, al verle sus vestidos en desorden lanzó un grito.Y secayó al suelo, desmayada de dolor y de ira.Pero cuando volvió en sí, como la cosa era irreparable, tomótodas las precauciones para arreglar el asunto, y sobre todo para que su esposo no supiera la desgracia.Y talmaña se dio, que pudo conseguirlo.Transcurrieron dos meses y aquella mujer acabó por encontrarme, y nodejaba de hacerme regalitos para obligarme a volver a la casa.Pero cuando volví no se habló para nada dela cosa, y siguieron ocultándoselo al padre, que seguramente me habría matado, y ni la madre ni nadie medeseaba mal alguno, pues todos me querían mucho.Este documento ha sido descargado dehttp://www.escolar.com Dos meses después la madre consiguió poner en relaciones a su hija con un joven barbero, que era elbarbero de su padre, y con tal motivo iba mucho a casa.Y la madre le dio un buen dote de su peculio parti-cular y le hizo un buen equipo.En seguida llamaron al barbero, que se presentó con todos sus instrumentos.Y el barbero me ató y convirtióme en eunuco.Y se celebró la ceremonia del casamiento, y yo quedé de eu-nuco de mi amita, y desde entones tuve que ir precediéndola por todas partes, cuando iba al zoco, o cuandoiba de visitas o a casa de su padre.Y la madre hizo las cosas tan discretamente, que nadie supo nada de lahistoria, ni el novio, ni los parientes, ni los amigos.Desde entonces viví con mii amita en casa de su marido el barbero.De modo que sin peligro y sin des-pertar sospechas pude seguir viviendo con mi ama, hasta que murieron ella, su marido y sus padres [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]

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