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.De repente el grillo del teléfono se orina en el gran regazoburocrático.Y DIEGUITO GARCÍA -Don Diego del Corral, en la Revista deTribunales y Estrados- pega tres brincos y se planta la trompetilla en la oreja.DIEGUITO: ¿Con quién hablo?.Ya he transmitido la orden para que se le ponga en libertad.¡De nada! ¡De nada!.¡Un alcohólico!.Sí.Conozco su obra.¡Una desgracia!.No podrá ser.¡Aquí estamos sin un cuarto!.Se lo diré.Tomo nota.¡De nada! ¡De nada!MAX ESTRELLA aparece en la puerta, pálido, arañado, la corbata torcida, laexpresión altanera y alocada.Detrás, abotonándose los calzones, aparece EL UJIER.EL UJIER: Deténgase usted, caballero.MAX: No me ponga usted la mano encima.EL UJIER: Salga usted sin hacer desacato.MAX: Anúncieme usted al Ministro.EL UJIER: No está visible.MAX: ¡Ah! Es usted un gran lógico.Pero estará audible.EL UJIER: Retírese, caballero.Éstas no son horas de audiencia.MAX: Anúncieme usted.EL UJIER: Es la orden.Y no vale ponerse pelmazo, caballero.DIEGUITO: Fernández, deje usted a ese caballero que pase.MAX: ¡Al fin doy con un indígena civilizado!DIEGUITO: Amigo Mala-Estrella, usted perdonará que sólo un momento me ponga asus órdenes.Me habló por usted la Redacción de El Popular.Allí le quieren a usted.Austed le quieren y le admiran en todas partes.Usted me deja mandado aquí y donde sea.No me olvide.¡Quién sabe!.Yo tengo la nostalgia del periodismo.Pienso haceralgo.Hace tiempo acaricio la idea de una hoja volandera, un periódico ligero, festivo,espuma de champaña, fuego de virutas.Cuento con usted.Adiós, maestro.¡Deploro quela ocasión de conocernos haya venido de suceso tan desagradable!MAX: De eso vengo a protestar.¡Tienen ustedes una policía reclutada entre la canallamás canalla!DIEGUITO: Hay de todo, maestro.MAX: No discutamos.Quiero que el Ministro me oiga, y al mismo tiempo darle lasgracias por mi libertad.DIEGUITO: El Señor Ministro no sabe nada.MAX: Lo sabrá por mí.DIEGUITO: El Señor Ministro ahora trabaja.Sin embargo, voy a entrar.MAX: Y yo con usted.DIEGUITO: ¡Imposible!MAX: ¡Daré un escándalo!DIEGUITO: ¡Está usted loco!MAX: Loco de verme desconocido y negado.El Ministro es amigo mío, amigo de lostiempos heroicos.¡Quiero oírle decir que no me conoce! ¡Paco! ¡Paco!DIEGUITO: Le anunciaré a usted.MAX: Yo me basto.¡Paco! ¡Paco! ¡Soy un espectro del pasado!Su Excelencia abre la puerta de su despacho y asoma en mangas de camisa, labragueta desabrochada, el chaleco suelto, y los quevedos pendientes de un cordón,como dos ojos absurdos bailándole sobre la panza.EL MINISTRO: ¿Qué escándalo es éste, Dieguito?DIEGUITO: Señor Ministro, no he podido evitarlo.MAX: ¡Un amigo de los tiempos heroicos! ¡No me reconoces, Paco! ¡Tanto me hacambiado la vida! ¡No me reconoces! ¡Soy Máximo Estrella!EL MINISTRO: ¡ Claro! ¡Claro! ¡Claro! ¿Pero estás ciego?MAX: Como Homero y como Belisario.EL MINISTRO: Una ceguera accidental, supongo.MAX: Definitiva e irrevocable.Es el regalo de Venus.EL MINISTRO: Válgate Dios.¿Y cómo no te has acordado de venir a verme antes deahora? Apenas leo tu firma en los periódicos.MAX: ¡Vivo olvidado! Tú has sido un vidente dejando las letras por hacernos felicesgobernando.Paco, las letras no dan para comer.¡Las letras son colorín, pingajo yhambre!EL MINISTRO: Las letras, ciertamente, no tienen la consideración que debieran, peroson ya un valor que se cotiza.Amigo Max, yo voy a continuar trabajando.A este pollole dejas una nota de lo que deseas.Llegas ya un poco tarde.MAX: Llego en mi hora.No vengo a pedir nada.Vengo a exigir una satisfacción y uncastigo.Soy ciego, me llaman poeta, vivo de hacer versos y vivo miserable.Estáspensando que soy un borracho.¡Afortunadamente! Si no fuese un borracho ya mehubiera pegado un tiro.¡Paco, tus sicarios no tienen derecho a escupirme y abofetearme,y vengo a pedir un castigo para esa turba de miserables, y un desagravio a la DiosaMinerva!EL MINISTRO: Amigo Max, yo no estoy enterado de nada.¿Qué ha pasado,Dieguito?DIEGUITO: Como hay un poco de tumulto callejero, y no se consienten grupos, yestaba algo excitado el maestro.MAX: He sido injustamente detenido, inquisitorialmente torturado.En las muñecastengo las señales.EL MINISTRO: ¿Qué parte han dado los guardias, Dieguito?DIEGUITO: En puridad, lo que acabo de resumir al Señor Ministro.MAX: ¡Pues es mentira! He sido detenido por la arbitrariedad de un legionario, a quienpregunté, ingenuo, si sabía los cuatro dialectos griegos.EL MINISTRO: Real y verdaderamente la pregunta es arbitraria.¡Suponerle a unguardia tan altas Humanidades!MAX: Era un teniente.EL MINISTRO: Como si fuese un Capitán General.¡No estás sin ninguna culpa! ¡Eressiempre el mismo calvatrueno! ¡Para ti no pasan los años! ¡Ay, cómo envidio tu eternobuen humor!MAX: ¡Para mí, siempre es de noche! Hace un año que estoy ciego.Dicto y mi mujerescribe, pero no es posible.EL MINISTRO: ¿Tu mujer es francesa?MAX: Una santa del Cielo, que escribe el español con una ortografía del Infierno.Tengo que dictarle letra por letra.Las ideas se me desvanecen.¡Un tormento! Si hubierapan en mi casa, maldito si me apenaba la ceguera.El ciego se entera mejor de las cosasdel mundo, los ojos son unos ilusionados embusteros.¡Adiós, Paco! Conste que no hevenido a pedirte ningún favor.Max Estrella no es el pobrete molesto.EL MINISTRO: Espera, no te vayas, Máximo.Ya que has venido, hablemos
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